domingo, 4 de diciembre de 2011


No recuerdo si dijiste que éramos gusanos o mariposas. Voy a insistirle a esa señora que atiende tus llamados, para preguntarle si estás por ahí y podés responderme, o si soy una mariposa con alas rojas manchadas de negro o un gusano blanco que se retuerce en la escritura.

domingo, 10 de abril de 2011


Reservarse los labios, la boca: como las putas. Cuidar las palabras delante de sus madres que siempre tiene la culpa de todo. No confundir estupidez con crueldad. Entender la desnudez del dolor, y la desnudez, y el dolor.
Pocos mandatos guardados bajo la piel, que no es la misma. Voy a besarla para sentir su gusto a nuevo, voy a abrazarme del lenguaje que me trajo hasta aquí

jueves, 7 de abril de 2011

"Viento sobre cielo"


El día se esparce como un reguero de pólvora: explotará cerca, quiero verlo arder.
Los párpados altivos y viajar lejos.
Terminales que llevan a otra terminales: extraño el viento del sur y la brisa de Montevideo se acelera con un ego llamativo, celosa .
Una flor silvestre en mitad del campo
El tintinear de las teclas al ritmo de una ciudad dormida, de un hombre armado, de un fuego en los bolsillos. Escribir en medio de(l) todo y de la nada así como otros disparan, como otros besan...
...Pero antes,las copas: la mesa está servida: un rico Malbec y animarse a correr el riesgo.
Unos ojos negros y la aventura vuelve a empezar, rondando Chacarita; sabiendo que lo que duele, duele sólo la primera vez: el resto es ver pasar el otoño.
Observar la ruta sabiendo que la primera bala es la que arde: lo demás es mover el cuerpo al ritmo de los estampidos.
Otro Malbec para el brindis, otra mirada por si llueve, el puerto adelante y explosivos para dejar un año atrás

lunes, 4 de abril de 2011


Ni los niños de al lado, ni sus viejos amantes, ni su padre enfermo conocen la verdad, si es que existe alguna.
Su largo exilio en México y el amor de dos hombres la hicieron presa de su poesía. Presa errante de la forma y el contenido, amante crónica.
Largas caminatas entrando y saliendo de esos murales : la conversación eterna con la historia de un pueblo marcada en las paredes.
Dicen que pinta su rancho de un color distinto cada año. Cambia las cortinas día a día y prende inciensos por las tardes. Tiene sus propios rituales y cierta idea de la felicidad, como todos: Sus papeles, su amor, el perfume de las cosas, los colores de los cuartos y México resumiéndolo a su manera.
Sándalo en el ambiente, vainilla en las comidas, el té traído de lejos. Blanco en las paredes del fondo, amarillo en el interior más poblado, un lila claro afuera, un rojo saturado en el alma.
El recuerdo de un hombre alto, de manos grandes y besos inmensos. Un hombre que construyó puentes y cortó leña y escribió panfletos y le hizo el amor cada día de lluvia...y todos los demás.
Otro hombre sereno que le mostró un camino, lamió las heridas y la besó hasta el infinito como aquel amigo que no entiende de reproches, ni de histeria, ni de Joyce ni de cuentos chinos.
La eternidad en uno ojos verdes. La paz en la negrura de una mirada que prepara el café cada mañana.
No son días de revolución ni de creer en todo lo que fue dado.
Unos chiquilines juegan cerca. La mano fuerte de lo que perdura,el manuscrito en la mesa de entrada, el pan casero que siempre sobra, Montevideo que aún le canta. El hombre sereno que siempre escucha. El amante lejano que una noche volverá en su carro antiguo diciendo "che", oliendo a tabaco...

Por la ventana, el humo espeso de un sahumerio. Se opaca el día, un auto azul frena en la puerta. La ilusión detrás de unas cortinas verdes, que mañana serán violetas y pasado quién sabe...

domingo, 3 de abril de 2011


Las palabras me encuentran y se meten por debajo de mis uñas y arman todo lo necesario para afrontar un domingo en dónde extraño el gris de la autopista dormida y temo que abril despliegue alas. El abril de la vida y de la muerte, del acá y de un allá que estira su alfombra. Siempre abril. La serpiente de fuego y las flores y el cementerio y dos cafés que se enfrían si nos miramos, nos besamos o nos explicamos el porqué de una vida que se despierta si el amor es real y si la prosa del mundo ubica bien su punto y coma.
Las palabras y las cosas: ningún libro igual, con toda esa explicación erudita que me permite salir de la angustia que NO nombra y separa, y diluye, y hace que a veces me pierda. Ya no tengo ese libro: se prendió fuego en alguna mudanza o lo tiré por la ventana en alguna discusión fuerte, o me lo tragué algún otro domingo de ansiedad y ojos como dientes y largos pasos por toda la casa. Cierto significado y orden del mundo me calman tanto como un café bien caliente en una esquina de Almagro teñida de rosado.
Y abril es de plástico y se contornea con facilidad y me repliego y me abro de mil formas para alcanzar mis cosas que son esos cafés, esos orgasmos, esos libros y esas paredes más grises o más rosadas según el día y según el alcance del amor que va mutando como cada abril , como cada llanto y como cada risa.

lunes, 28 de marzo de 2011


Pasan como nubes los instantes de esa niña, frente de esta mujer. Algo se desprende. Alguien llama a la puerta : no más mentiras.
Pasan como pájaros los autos, casi en el aire, no se ven. No se ven porque no se miran, corren. La avenida se calma después de las diez . Tomo distancia de los acontecimientos y te abrazo. Te abrazo en la esquina, a mitad de la cuadra, entrando al bar. Y de golpe no estamos ahí.
La niña corre, sonríe. La niña sonríe y sonrío de verla, por fin , tan lejos como deseaba. Tan lejos como deseaste.
Pasan los días como la lluvia, limpiando las casas y las cosas, dejando ese olor a pasado que a cada paso se huele menos.
La niña corre, ya no quiero alcanzarla.

martes, 22 de marzo de 2011


Con la última queja del cuerpo se despertaron los fantasmas. Un gemido, las piernas separadas y el llanto que sale de la garganta, esta vez, y entra y vuelve a salir. Todo es humedad. La perfección de esa máquima llamada cuerpo y un deforme mapa de sensaciones podrían explicar cualquier enfrentamiento; mientras el tiempo vuelve a hundirse en la oscuridad de la carne dispuesta, alguien se aferra al goce de lo que no está prohibido y le da nombre a un llanto jamás llorado: en la misma piel tibia, en el mismo instante de absurda felicidad.